ESTIgMES

“Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.”

Esta frase, Joan Didion no deja de escribirla a lo largo de todo su libro El año del pensamiento mágico. Un libro maravilloso sobre el duelo. Yo podría decir: “Vas a hacerte una ecografía para saber si llevas uno o dos embriones en tu vientre y la vida que conocías, se acaba.”

Escuchas la Chaconna de Bach y sientes cómo caen las teclas del piano sobre tu alma, te miras los pies y piensas que nadie tendrá jamás unos pies como los tuyos, ni tus ojos, ni las manos de tu pareja. Nunca tendréis un hijo que se parezca a vosotros porque no puedes quedarte embarazada. La vida es así de cabrona, ¿verdad? Te miras los pechos y sabes que nunca podrás alimentar a nadie con ellos porque nunca habrá nadie a quien alimentar. Te miras la barriga y sabes que nunca se llenará con una personita dentro. Te miras y dices: nunca, nunca podré quedarme embarazada. Nunca. Y la Chaconna de Bach sigue sonando. Maldito Bach, soy incapaz de dejar de escucharlo. Incapaz de. Soy. Nunca. Chaconna.

Personita. Mierda. Todo es una mierda.

ESTIgMES, como su nombre indica, habla de los estigmas que se imponen a las mujeres cuando desean ser madres y no pueden. En esta sociedad, la mujer aún tiene que cumplir el rol de madre y, si no lo hace, todos se preguntan, todos le preguntan: “¿Por qué?”

Cuando tu deseo, tu sueño, es quedarte embarazada y tu cuerpo no responde, comienza un tortuoso camino de pruebas médicas, análisis, preguntas, miradas furtivas, fecundaciones in vitro, comentarios de la gente tipo “se te pasará el arroz”… agotador psicológica y físicamente. Nadie te prepara para esto. Nadie te pregunta: “¿Cómo estás? ¿Cómo lo llevas?” Y nadie lo hace porque no se habla de ello. Porque es un tabú. Un estigma social. Y yo quiero hablar de ello. Quiero hablar por todas aquellas mujeres que, buscando dar vida, han dejado un pedazo de sí mismas en el camino.