Me impresionó volverte a tener delante. Habían dicho de ti que estabas ingresado en una residencia, que tu estado de salud era muy grave, incluso te habían dado por muerto, y ahora estábamos sentados a la mesa otra vez, a punto de empezar una entrevista para aclarar dónde te habías metido todos estos años.
Apareciste delgado y chispeante, como siempre. Con una camisa de estampado africano, un sombrero de paja en la cabeza y un cigarrillo entre los dedos. Ni rastro de la decadencia que podía imaginar, después de haber oído tantos rumores. La cara, descansada, y hasta mejor de aquella parálisis facial que te torció la expresión durante unos años. Tú hablabas y yo te miraba como si viera una aparición, como si en cualquier momento también tuviera que bajar Pepe Rubianes y con vosotros regresara una época de nuestras vidas. En marzo hará diez años de su muerte, más o menos el mismo tiempo en que muchos no habíamos tenido noticias tuyas.
Después me hablaste de él: “Siento que a Pepe ya no le podré devolver el dinero que me dejó”. Él y otros amigos intentaron ayudarte con pequeños préstamos o con aquel homenaje de 2012 en Luz de Gas, que de cara al público celebraba tus cincuenta años de teatro, pero que entre bastidores todos sabían que era pura supervivencia económica. Habías tenido problemas con Hacienda, con los bancos, habíais perdido la casa tú y tu hermana. Volver a esa época también significa volver a los años de la crisis. El colapso de Lehman Brothers (el próximo sábado hará una década) también fue el colapso de muchos otros hermanos, entre ellos los Pavlovsky.
Te hartaste del teatro. Perdiste las ganas y la capacidad económica para producir tus espectáculos, sin depender de nadie. Hiciste el último bolo en Olot (por las fiestas del Tura, hoy hace siete años) sin saber que sería el último bolo. Y punto, y ya está, y fuiste a parar a Banyoles, en una casa de alquiler social de La Caixa que compartes con tu hermana. De allí, de aquel retiro, solo te ha conseguido sacar el periodista Albert de la Torre.
Te ha convencido para rodar un documental sobre tu vida: Buenos Aires, París, la llegada a Barcelona el día que asesinaron a Carrero Blanco, los años en televisión, en Barcelona de Noche y en otros escenarios del Paral·lel, una película homenaje a una trayectoria que un día se acabó abruptamente. Estos días, con 77 años, haces unas funciones especiales en el Teatre La Gleva, que formarán parte del documental. No es que vuelvas a los escenarios, es que podrás despedirte de la manera cálida y elegante que te mereces.
P.D. En La Gleva caben setenta personas y ahora mismo ya tienen una lista de espera de más de mil. Mucha gente tiene ganas de volver a verte, aunque no sepan muy bien si vienen a decirte hola o a decirte adiós.